El Área de Investigaciones Históricas del Museo del Hombre
Chaqueño evoca este 2 de febrero la gesta de las 39 familias que, partiendo
de Udine, en la llanura del Véneto, en el Nordeste de Italia, sentaron las bases
sociales y culturales de lo que hoy es la capital del Chaco.
En la etapa de expansión del sistema capitalista, en su etapa imperialista, en
Europa, sacudida por sucesivas crisis económicas, y recorrida por profundas
luchas sociales, había excedente de población, ávida de poblar nuevas tierras
en busca de mejores condiciones de vida, sobre todo los provenientes de las
castigadas áreas rurales.
Nuestro país, en ese período, luego de décadas de guerras civiles y profunda
fragmentación social, lograba consolidar el Estado-Nación, a través de una serie
de transformaciones económicas y políticas. A partir de su rol como país agro-
exportador que le cupo en la división internacional del trabajo, necesitaba grandes
contingentes de mano de obra para trabajar las tierras, que estaban siendo
despojadas a los pueblos originarios, sobre todo en Patagonia y Chaco.
Al extender la frontera agropecuaria, millones de hombres y mujeres, vinieron a
ocupar ese espacio. Pero no todos tuvieron la misma suerte de ser propietarios de
la tierra que trabajaban.
Desde 1870 en adelante, el Chaco comenzó a sentir la presencia de las tropas de
frontera que tenían como objetivo desocupar las tierras de indígenas, y allanar de
esta manera el terreno para recibir a los hombres que llegaban, allende los mares,
a trabajar las mismas.
No fueron tiempos fáciles para las 200 personas que desembarcaron a orillas
del Río Negro, en proximidades de lo que antes había sido la Reducción de San
Fernando. En el marco de la Ley 817, de Inmigración, en su mayoría campesinos,
los habitantes del Friuli, se establecieron en terreno que tuvieron que limpiar a
fuerza de hachas y machetes.
La derrotada población indígena, y los antiguos hacheros criollos del monte
chaqueño, pobladores de obrajes forestales ya existentes, fueron los vecinos
con quienes estos esforzados italianos, debieron convivir, creando las bases
fundacionales del primitivo Territorio del Chaco.
Fueron épocas de diferencias, de pactos de convivencia, de hostilidades de los
últimos malones, pero en medio de esa diversidad cultural fueron creando una
comunidad colectiva con intereses comunes.
Supieron, los recién llegados, conservar ritos y costumbres, pero junto a los
aportes de los pobladores que ya existían, supieron crear un mosaico de
manifestaciones culturales, que es una de las mayores riquezas que
caracteriza al Chaco contemporáneo.
FUENTE: cantopatria@gmail.com