Aldo Verón: pasea por el mundo los sonidos de su bandoneón .-

Posted by canto patria on 12:33 a. m.


Por Mila Dosso

Cuando a los ocho años garabateaba los primeros números y balbucía lentamente las sílabas de cada palabra, no lo habría soñado. Tampoco cuando a esa misma edad su padre le compró un bandoneón de tanto verlo cada tarde, puntual, infaltable, caminar con paso inquieto los pocos metros que separaban su casa de aquella otra donde se sentaba a escuchar, horas, a su tío y un amigo, guitarrero uno y bandoneonísta el otro: “Pero lo que realmente me extasiaba era el bandoneón, verlo desplegarse, cerrarse, inclinarse, como en un acople perfecto con el cuerpo de aquel hombre cuyos dedos también me colmaban de asombro, bailando sobre las teclas.


Y mi padre lo supo: y tuve entonces, a los ocho años, mi primer bandoneón”. Ni siquiera pudo imaginarlo cuando ejercía como maestro en el interior. No, no pudo imaginar ni entonces que algún día, llevando consigo “los acordes melodiosos que modula el bandoneón”, daría la vuelta al mundo como embajador del tango. Es Aldo Verón, y lo cuenta con su voz sin estridencias; en un tono intimista, sencillo, casi de entrecasa, en la entrevista que concedió a NORTE en el poco y precioso tiempo que permanecerá en Resistencia, hasta que, en un crucero, vuelva a zarpar hacia derroteros lejanos e interminables, desde el trópico hacia las tierras heladas, mientras en el aire reverbera la estela de un nostálgico y prometedor “cuando yo te vuelva ver…”
Aquel aplicado estudiante de la Escuela Normal Sarmiento de Resistencia, apasionado de la historia y la geografía, nunca pensó que aquellos exóticos nombres como Reikiavich, Oslo, Amsterdan o San Petesburgo iban a estar en la ruta de sus viajes, por obra de aquel viejo hechizo de chiquilín.


Tampoco aquel maestro de apenas 20 años, de prolijo guardapolvo blanco que enseñaba en una escuela nacional de Colonias Unidas, soñó que vestido de guapo y compadrito le iba a poner música a las noches parisinas o a la sofisticada diversión de un crucero por los mares del mundo.
Sin embargo hoy, Aldo Verón, tocado por la varita mágica de una perseverancia sin desmayos y de una entrega total, pasea por el mundo los sonidos de su bandoneón, llenos de la magia y la sensualidad del tango argentino.
Como antes se subía a los trenes o hacía dedo para ir a sus destinos docentes, hoy Aldo se sube a los aviones, a los cruceros que recorren el mundo y surca los mares hasta los confines del mundo, para regalar el tesoro más valioso de su vida: la música que empezó a conocer en la casa de un vecino, cuando tenía ocho años y un día “mi papá me preguntó si me gustaría estudiar música y yo lo dije que sí, ´quiero tocar ese`”, señalándole el bandoneón que entonces no sabía cómo se llamaba.
A partir de ese momento se inició un romance que ya dura sesenta años –Verón cumplirá 68 en el 2010- y que tiene visos de prolongarse por mucho tiempo.
El mismo romance que lo unió para siempre a esa mujer que allá lejos enamoró con el rumor de sus tangos.


“Poner el alma es el único secreto”

Alumno del maestro Roberto Cassiet, desde muy chico conoció todos los secretos del mágico instrumento que inventaron los alemanes para suplir los antiguos órganos de tubos de las grandes catedrales. Domina también la guitarra, compone y hace arreglos musicales y asegura que más allá de las notas, de las partituras, de la técnica para tocar el instrumento, el secreto es poner el alma cuando se interpreta.
Uno de sus primeros logros fue el de integrar el elenco estable de músicos que tuvo la otrora LT 5 Radio Chaco, filial de LR 1 Radio el Mundo de Buenos Aires. Junto a grandes músicos del momento entre los que estaban el maestro Marcos Leguizamón, Ñaño Figueroa y Benigno Corvalán, todos próceres de la música chaqueña.

El primer viaje

Su primer viaje fuera del Chaco fue en 1971 para acompañar a Néstor Bagual Fuentes: fue a Catamarca para participar de la Fiesta Nacional del Poncho. A partir de allí no paró más su sed viajera, que abarcó todo el país y los grandes escenarios. Vivió cuatro años en Buenos Aires y ésa fue como su plataforma de lanzamiento para entrar en el circuito de los bandoneonistas que integran los conjuntos estables de las emisoras o de los grandes cantores del país y que llegan del extranjero. Puede decirse que participó de la mayoría de las orquestas del país en algún momento y que acompañó a importantes voces.
“Integré la compañía Argentina de danzas de Santa Fe, que concretó una gira por España y Francia, representando al país en los festivales programados por el Consejo Internacional “Organización de festivales Folclóricos, con apoyo de la UNESCO. En esos festivales intervinieron 36 naciones: Grupo Folclórico de Francia, España, Italia, Hungría, Holanda, Alemania, Escocia, Finlandia, Rusia, Portugal, Yugoslavia, Bulgaria y Turquía.
Nacido en el porteñísimo barrio de La Boca el 3 de mayo de 1942, vive desde su infancia en nuestra ciudad: “Mis padres eran chaqueños y se volvieron a la provincia cuando yo muy era niño”, recordó. Entre aquella niñez de calles de tierra y calores eternos, pasaron años en que se cimentó una carrera tan sólida como mesurada, tan compacta como envidiable: Japón, Malasia, Italia, Francia, España, Indonesia, y los más insospechados escenarios: un niño mimado por su ductilidad a la hora de ejecutar el bandoneón.
Así fue buscado para repetidos viajes a Europa, a Japón, a Indonesia y a los más insospechados escenarios hasta llegar a este presente en el que integra el elenco de los Cruceros del Royal Caribean, uno de los más grandes del mundo.
Acaba de regresar de viajes por los paisajes y culturas más soñados y disímiles: Cartagena de indias Santa Marta Aruba, Holanda, Copenhague, Estocolmo, Botnia, Estonia, Noruega, Rusia, Dublín, en Irlanda del Sur, Glasgow (Escocia), los Fiordos Noruegos … Y en pocos días más partirá para otra gira que incluirá los Emiratos Árabes, Casa Blanca, Egipto, Croacia, Grecia, Turquía…

"Chaqueño y tanguero de pura cepa"

Aldo es, como se dice, un hombre de mundo. Lo conoce como pocos y cada rincón de los cinco continentes. Pero al mismo tiempo conserva esa frescura del hombre del interior. Observador, ocurrente, de pocas palabras o más bien de las palabras necesarias. En lo suyo, minucioso y obsesivo. De una memoria privilegiada, recuerda cada lugar visitado y cada persona hasta en sus más pequeños detalles.
Como una máquina fotográfica reproduce con fidelidad paisajes, encuentros, personas. Y lo relata con soltura y una cuota de humor. Y lo más importante de todo ese roce adquirido en su trayectoria no lo hace olvidar ni su pasado de docente ni su presente chaqueño.
No cambia su casa, sus lugares por nada del mundo, ni por las comodidades y exquisiteces de los lujosos cruceros, u hoteles cinco estrellas, ni por los contactos con personalidades del mundo artístico y del jet set internacional. En una palabra, chaqueño y tanguero de pura cepa.


FUENTE:www.diarionorte.com // Fecha: 04 de Octubre de 2009 //

Revista "La Chaqueña".-